viernes, 26 de junio de 2009

Libro recomendado: Cita con Rama

Aserrín, asserrán, el verano llegó. Es momento de buscar un buen libro y leerselo con un buen vaso de horchata a mano. Así que ahí va mi recomendación, una de las mejores novelas de ciencia ficción que he leído.


CITA CON RAMA

Título: Cita con Rama (Rendezvous with Rama, 1973)

Autor: Arthur C. Clarke

Género: ciencia ficción

Puntuación: 9,0/10

“Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”. La cita más conocida de Arthur C. Clarke explica muy bien aquello que hace de “Cita con Rama” una de las mejores novelas del autor, que es tanto como decir del género. Porque son novelas como “Cita con Rama” o “El fin de la infancia” las que consiguen que lectores veteranos recuperemos ese sentido de la maravilla que el implacable paso de los años (suspiro) desgasta. Así, cuando los astronautas humanos examinen el gigantesco cilindro de metal llegado al sistema solar, lo harán con la misma impaciencia con que el lector leerá una página tras otra, y es que Clarke sabe mantener el suspense y acrecentar el enigma con cada pista dada.

¿Y qué decir del propio enigma oculto en la misteriosa nave? No estropearé la sorpresa de cualquier lector potencial pero puedo anticiparle que la idea es fascinante. Posiblemente nos encontramos ante el artilugio humano más prodigioso del género. Las maravillosas descripciones lo hacen digno de haber sido creado por los mismos dioses pero al mismo tiempo todo tiene una explicación tan racional como maravillosa. El milagro deja de ser una cuestión de fe para convertirse en algo inteligible sin perder su grandiosidad. Sólo maestros como Clarke o Asimov pueden hacer milagros sin recurrir a hechizos, con la simple “magia” de sus cerebros.

Se ha dicho que una de las carencias de Clarke tiene que ver con sus personajes. Es posible que esto sea también algo compartido con Asimov pero no tiene gran importancia. Ambos fueron novelistas “de ideas” y los conceptos de sus novelas hacen que a menudo las preocupaciones particulares de los seres humanos parezcan triviales. No, no busque el lector profundizar en la psicología de los miembros de la tripulación pero tampoco es algo que deba preocuparle. Lo que realmente interesa al lector de “Cita con Rama” es su secreto.

La novela tuvo varias continuaciones y es que no todas las preguntas son respondidas. No he leído las siguientes novelas pero parece que en la segunda Clarke se tomó demasiado en serio la crítica sobre sus personajes y ahondó en ellos en detrimento de su enorme talento como creador de maravillas. Es una lástima, pero que no pierda por ello el lector la oportunidad de volver a sorprenderse como si fuera un niño.

Autor

Arthur C. Clarke nació en 1917 en Minehead, Inglaterra. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue instructor en la aviación. Después de la guerra entró en el King's College de Londres para cursar estudios de física y matemáticas. El gran interés de Clarke por las posibilidades de la ciencia siempre fue muy evidente.

Entre los relatos de su libro Expedición a la Tierra (1953) se encuentra El centinela (The Sentinel), que sirvió de base para su novela posterior 2001: una odisea espacial (1968), llevada al cine por Stanley Kubrick.

Clarke se hizo muy conocido en todo el mundo cuando intervino como comentarista para la CBS en las misiones de las misiones Apolo. En 1980 ganó el premio Hugo de novela con Fuentes del paraíso (The Fountains of Paradise), donde relata la construcción de un ascensor espacial de 36 km. de altura. Es aficionado a la fotografía y la exploración submarina y reside en Sri Lanka desde 1956.

Enlaces:

http://www.tercerafundacion.net/biblioteca/ver/ficha/250

http://tienda.cyberdark.net/cita-con-rama-n11014.html

jueves, 11 de junio de 2009

Cornología

Sigo en la línea sarcástica. Esta vez es lo que llamo un "divertimento": un microrrelato casi a vuela pluma para experimentar.



CORNOLOGÍA



Hay un momento en la vida de todo hombre en que éste se pregunta qué ha hecho con su vida y si ha merecido la pena. Ese momento ocurre todos los lunes por la mañana, cuando apenas puedes abrir los párpados lo suficiente para ver la taza de café con la que se supone que tienes que aguantar en pie la mañana y lo que a ti te gustaría de verdad es meterte algo fuerte en el cuerpo y decirle al mundo que le dieran por...


Yo puedo hacerlo. Sí, por favor, envídienme porque yo duermo mientras ustedes se aprietan en un abarrotado vagón de Metro e intentan mantenerse en pie sin apoyarse en los demás pasajeros y menos mirar sus deprimentes rostros. Esto si es que no se encuentran ya en su lugar de trabajo, porque horas después de que se hayan tomado su insulso café matutino yo me levanto y, con toda la tranquilidad del mundo, le doy un buen repaso a alguna de las botellas del mueble bar que se supone que son para los clientes.


Soy detective y mi propio jefe. Pero no se me entusiasmen: yo no soy uno de esos detectives que resuelven asesinatos o encuentran joyas milenarias. Eso son sandeces. Yo investigo adulterios... Los líos de faldas y de pantalones nos dan de comer a los detectives pero busquen en los libros de detectives y no encontrarán nada. Un detective de verdad vive de las debilidades humanas. Donde ustedes ven humanos corrientes yo no veo sino individuos grises y frustrados con uno, dos o incluso tres cuernos sobresaliendo de su testa. Incapaces de embestir a sus enemigos, acuden a mí para que certifique su miseria moral.


Pero es inútil advertirles de la realidad de mi mundo, supongo. Sus ilusas mentes ya están imaginando una oscura oficina con archivadores y una preciosa pero esquiva secretaria... Bien, pues follénsela si quieren. Margarita tiene cincuenta años y sigue soltera. No hace falta ser detective para saber por qué. Las verrugas de su rostro sólo desaparecen en cuanto empieza a largar algún chismorreo envenenado. Era la amiga de mi madre y ahí está como tributo a la mujer que tanto hizo por mí. No fui un buen hijo y ahora debo pagarlo...


¿Acaso les estoy aburriendo? Ya entiendo, acudieron a un detective esperando que confirmase sus absurdas fantasías y ahora les aburre la vida real. Pues muy bien, si quieren dejar de leer es su puto problema, que yo estaba muy a gusto en soledad con mi botella. ¡Por mí, váyanse a tomar por...!

viernes, 5 de junio de 2009

Conan el Funcionario

A los que hayan leído alguno de mis relatos de fantasía épica no les sorprenderá mi admiración por Robert E. Howard. Pero esa admiración, ¡por Crom!, no es impedimento para que, por una vez y para variar, prefiera tomarme al maestro (y a sus a veces tópicos imitadores) con un poco de humor friki...


CONAN EL FUNCIONARIO

Conan contó con rapidez a sus contrincantes, apenas unos quince bandidos contra él y su buen servidor el conde Trocero. A sus cuarenta años, el antes mercenario y ahora rey de Aquilonia había sobrevivido a demasiadas emboscadas para preocuparse realmente. Desenvainó ágil como un leopardo y atravesó al primer bandido. Extrajo la hoja ensangrentada y se salpicó con su sangre al decapitar a otro de los enemigos. Con una magnífica finta circular cortó un par de brazos. Pocos minutos después yacían a su alrededor cuerpos y miembros y cabezas amputados por doquier. Por su parte, Trocero había liquidado al resto, si bien el conde de Poitán prefería las elegantes fintas del florete a los poderosos mandoblazos y tajos de su señor.
Pero el cimmerio comprobó con disgusto que se había equivocado, pues otro secuaz se le acercaba, indiferente al destino de sus compañeros, cuando había envainado. Ni siquiera se molestó en sacar la espada de su funda otra vez. Le bastó agarrar con sus poderosas manos a su contrincante para inmovilizarlo. Con un ágil movimiento de muñecas quebró el cuello de aquel desgraciado como si fuera una rama podrida.
Había sido una buena pelea y estaban cansados. Decidieron que aquél era un buen lugar para pasar la noche. A patadas hicieron un hueco entre la casquería del suelo y se sentaron para comer algunas tiras de cecina. No hicieron fuego para no ser descubiertos.
Aunque el cimmerio era como todos los de su raza, introvertido y de humor violento tanto en la melancolía como en sus emociones, el conde Trocero advertía que algo ocurría en la mente de su señor, que extrajo un rollo de pergamino de su bolsa para leerlo con expresión preocupada. Preguntó dos veces antes de que Conan dejara de mirar el pergamino para contestarle.
-¿Qué lees, Conan? Te noto extraño...
-Literatura, pero no un relato cualquiera sino un relato sobre nuestro porvenir.
-¡Jamás hubiera imaginado que te interesara la astrología...!
-Y no me interesan lo más mínimo esas patrañas. Esto es algo serio. Son especulaciones inteligentes sobre lo que está por venir. Yo lo llamo historia ficción. Un futuro espera a los hombres y en ese futuro existen artilugios e ingenios que desbordan nuestra imaginación. ¡Máquinas capaces de moverse por sí mismas! ¡Fundiciones enormes como castillos! ¡Ingenios voladores!
-Me cuesta creer un futuro así, Conan...
Pero el cimmerio ignoró a su compañero. El entusiasmo le desbordaba al hablar de aquel extraño porvenir.
-¡Ah, pero sobre todo es un futuro distinto donde un hombre no vive al límite de su supervivencia! El protagonista de este relato, es un heroico funcionario de correos, por ejemplo...
-¿Funcionario de correos? ¿Y qué se supone que hace un funcionario de correos?
-Un trabajo noble y provechoso como pocos, pues en ese maravilloso futuro los hombres no se comunican a través de pergaminos que llevan los mercenarios con gran riesgo de sus vidas sino por un ingenioso y planificado sistema de mensajería. Su tarea es laboriosa y difícil pues cada carta o paquete necesita ser sellado como garantía del pago de una tasa. Por ejemplo, para una carta común basta un sello de treinta y dos céntimos, pero si tenemos un paquete...
-Eso desborda mi entendimiento. Háblame de matar enemigos, recorrer países extraños, conquistar reinos o luchar contra bestias míticas... Soy un hombre sencillo.
Conan mostró su disconformidad con un gruñido.
-¡Como si hubiera algún interés o provecho en todo ello! ¿Has pensado en lo que supone mi reinado, en que soy algo más que un estratega o guerrero? ¡Yo he gobernado para dotar al reino de Aquilonia de una administración eficiente! ¡He legislado para que los mercaderes no especulen con el precio del grano y he repartido pan en tiempos de hambruna! Tampoco he olvidado las necesidades del espíritu y mi Corte es refugio para artistas y sabios de todo el mundo...
Con sus habituales transformaciones de humor, el cimmerio pareció desinflarse entonces.
-Y sin embargo, a veces me pregunto si los hombres del futuro me recordarán por ello. ¿Hablarán de Conan el Legislador o de Conan el Mecenas o incluso de Conan el Ilustrado? ¡No confío en ello! ¡Hablarán de Conan el Bárbaro o Conan el Destructor o calquier otra majadería parecida!
Conan ocultó el rostro con ambas manos. El que no podía ocultar su asombro era el conde Trocero, que jamás había visto a su señor tan desanimado.
-Mi señor, todos los hombres atravesamos estos abatimientos del espíritu. Pero muy pronto podremos volver a palacio y allí os espera un harén con las más hermosas mujeres de las naciones hiborias para consolaros...
Conan dio un manotazo de desprecio al aire.
-¡Mujeres! ¡Un hombre necesita algo más que un cuerpo hermoso exhalando lujuria para consolarse! En el mundo futuro una mujer no espera a su hombre ataviada con una gasa semitransparente pegada al cuerpo y agitando sus lascivas caderas para obligarle a yacer con ella, sin la menor consideración para un hombre cansado que acude buscando ternura y compartir sus pensamientos.

>> En cambio, en ese mundo mejor que el nuestro ella le espera con un delicioso estofado de fabes de Nordheim o quizás un suculento cocido nemedio. Por la noche habla con él de sus sentimientos y preocupaciones en vez de obligarle a satisfacer su lujuria proponiéndole todas las impudicias imaginables. Por la mañana le despide con un tierno beso mientras le pone su camisa favorita, ella que ha planchado con todo su amor.. ¡Y yo que tantos años viajé de un lugar a otro con un sucio y asqueroso taparrabos de piel de cabra!
Trocero negó con la cabeza, permitiéndose una sonrisa. Aquello desbordaba lo imaginable.
-¡Una comisa planchada y un estofado! ¡Eso es demasiado bueno para nosotros, Conan! No existen mujeres así. Por su naturaleza, la mujer sólo vive para el placer y no entiende las complejas emociones del varón.
-Es cierto, y sin embargo me siento frustrado. ¡¿Es que no soy algo más que un semental capaz de satisfacer a una hembra durante horas?! Ellas no ven en mí más que mi musculoso torso y yo sé que soy mucho más que eso.
>> ¿Habéis escuchado mis versos? ¡En verdad que no estoy a la zaga de los grandes poetas a la hora de rimar el verso alejandrino y el soneto! ¿Quién recordará mis poemas y las melodías que compuse para ellos? Soy tan hábil con el laúd y el oboe como con la espada y sin embargo temo que las generaciones futuras no lo recuerden. ¡Mundo ingrato y estúpido!
Trocero se acercó hasta su señor y amigo. Poniendo una mano sobre el fornido hombro del cimmerio, le habló con voz tranquila pero firme.
-Escuchadme bien, pues os hablo como leal servidor y también como camarada. Esos relatos de mundos maravillosos no son más que invenciones del hombre para evadirse de las dificultades y de la rutina de su existencia. Pero debemos conformarnos con este mundo real y afrontarlo con templanza. Ahora nuestro deber es evitar que Toth Amon se haga con el anillo mágico de Seth y no podemos extraviarnos con fantasías. ¡Sólo los dioses saben qué podría hacer ese mago estigio con su poder!
Conan salió de su abatimiento.
-¡Eres un hombre sabio, Trocero! ¡Olvidémonos de ingenios maravillosos, mujeres sensibles y magnífica burocracia! Todo eso no son más que fantasías. Pero ahora reposemos un par de horas.
Trocero hizo la primera guardia.

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