jueves, 19 de febrero de 2009

Horror Dune [opinión]

HORROR DUNE


“Dios creó Dune para poner a prueba a los fieles”, Frank Hebert.

“Dios creó a Frank Herbert para poner a prueba a los lectores”, internauta anónimo.


Tengo algo que decir y no voy a callarme, aún a sabiendas de las posibles reacciones hostiles e incluso de algún potencial enemigo. También espero encontrar alguna opinión a favor. En cualquier caso allá va: Frank Herbert es un mal escritor. Creo escuchar un murmullo pero permítanme los lectores que matice primero (porque no todo es malo, también tiene sus virtudes) y explique después por qué pienso que es un mal escritor. Luego escucharé los comentarios que, críticos o favorables, agradeceré por igual.


Es bien sabido que escribir supone concebir una idea y luego llevarla al papel o editor de textos. Esta distinción suele merecer poca atención no sólo por lo obvio sino también, y sobre todo, porque ambas capacidades van casi siempre parejas y los grandes creadores de ideas son grandes también a la hora de escribir. Pero en los casos excepcionales en que se rompe de forma evidente tal equilibrio la distinción adquiere máxima importancia. Así ocurre, por ejemplo, con el escritor norteamericano Frank Herbert.


No está en mi ánimo poner en duda el mérito, y la genialidad incluso, de ese universo llamado Dune, que consigue ser original y al mismo tiempo un reflejo de nuestra propia realidad. Y es que no pudo ser más fructífera la estancia del periodista en Pakistán, donde se inspiró para crear su propio universo según la complejidad de Oriente Próximo, pues a nadie se le escapa que el petróleo de esta región significa poco menos para nuestro mundo que la especia en el universo de Herbert. Así pues, Dune es un reflejo de algunos de los problemas más relevantes de nuestro tiempo como la escasez de los recursos naturales, los movimientos religiosos o la pomposamente llamada estrategia geopolítica. Todo ello en un mundo de paisajes sugerentes donde habita una de las especies más formidables del bestiario de la ciencia ficción.

La creación de este universo merece toda mi admiración pero no puedo decir lo mismo de la capacidad de Herbert como escritor, que nunca habría pasado de ser un autor de segunda o tercera fila sin Dune, y no puedo dejar de preguntarme, con bastante frustración, cuánto hubiera podido dar de sí ese universo en manos de un escritor mucho más competente.

Imagine el lector qué hubiera ocurrido si Tolkien nunca hubiera llegado a escribir El señor de los anillos y nunca hubiera dado forma a los numerosos apuntes y borradores que precedieron a la escritura de la novela capital del género. Imagine el lector si ese copioso legajo de papeles hubiera acabado en manos de un escritor mediocre y éste hubiera asumido el papel del maestro. Sí, es probable que ESDLA hubiera sido una novela a tener en cuenta pese a todo (muy incompetente tendría que haber sido para arruinar la idea), pero no sería lo mismo, como tampoco la Edad Hiboria de Howard ha sido escrita con tanta brillantez por otros escritores.


La primera de las grandes carencias de Herbert es, sin duda, su carencia de ritmo narrativo. Sus novelas son siempre lentas y la acción es administrada con cuenta gotas. No espere el lector grandes descripciones bélicas ni escenas trepidantes en general. Las novelas de Herbert parecen más bien obras de teatro noveladas en las que a menudo transcurren cien o doscientas páginas sin que ocurra nada relevante para que el autor recuerde que no puede prolongar la novela indefinidamente y se desencadenen los acontecimientos con precipitación para darle fin. Uno de los peores errores que puede cometer un escritor.

La falta de dinamismo es la primera dificultad a la hora de leer a Herbert pero tampoco se da mucha más maña a la hora de dar vida a sus personajes, a los que pretende dar un carácter arquetípico como los de los dramas de Shakespeare. Así pues, podemos reconocer en Paul al líder virtuoso, en Idaho al amigo y servidor fiel, en el barón Harkonen la crueldad, etcétera. El resultado son personajes artificiosos y carentes de naturalidad y, consecuencia inevitable, algunos de los diálogos más espantosos que haya dado la literatura. Herbert pretende convertir a sus protagonistas en personajes de tragedia griega poniéndoles en la boca frases que pretenden sonar profundas y que resuenan vacías y aburridas, por no hablar de lo cansino que es leer continuas descripciones sobre el tono de voz y la expresión facial que utilizan los personajes para decir cada frase.

Para no prolongar este examen de las carencias de Herbert, diré una sola palabra que las resume todas ellas: aburrimiento. No podría ser de otra forma cuando sus novelas siguen siempre el mismo esquema. En las novelas de Herbert los personajes no hacen cosas sino que hablan sobre cosas que pasan.

Todas estas carencias están presentes ya en el libro original que comenzó la serie pero se agravan a medida que avanzamos en la saga. “Dune” es rescatable e incluso digno de un notable si somos generosos, pero los libros siguientes degeneran de forma escandalosa. No soy amigo de cuantificar la literatura porque el arte es cualitativo y debe ser descrito y expresado antes que numerado, pero aun así, si tuviera que valorar y representar en una gráfica esta saga, no tendría más que dibujar una línea recta descendente que iría desde lo que en mis tiempos de estudiante llamaba un notable “raspado” hasta el deficiente. Los últimos libros de la saga trascienden lo aburrido para alcanzar lo insufrible, un esfuerzo bochornoso de resultado lamentable de Herbert por hacer una saga a cualquier costa. Pocos escritores han resistido la tentación de continuar una idea que sabían que no podía dar más de sí y continuar de forma digna, muy pocos han sacrificado la oportunidad de vender más libros para mantener su calidad literaria. Frank Herbert no está entre esos pocos, que incluso dejó que su novela original sirviera para crear una de las películas más espantosas (visualmente hablando) de la historia del cine y que emborrona el universo de Dune al evocar en el lector tan horrorosas imágenes... Sí, ese espantoso fotograma de Sting con calzoncillos futuristas que ilustra mi artículo tiene su origen en el delirio cinematográfico de David Lynch.


No puedo dejar de hacer algún comentario en cuanto a las nuevas secuelas de Dune aunque me cueste más comentarios negativos. Porque la trilogía de las casas no es tan mala como pueda esperarse según las novelas precedentes. Es posible que Brian Herbert haya cometido muchos errores al recrear el universo de su padre –no soy un experto en Dune para opinar sobre ello- pero es entretenida, algo que Frank Herbert nunca consiguió. La utilización de múltiples líneas narrativas resulta acertada y muy grata para el lector.

Repito que esta opinión se refiere a la trilogía de las casas. En cuanto a las nuevas dos trilogías es curioso que partiendo de una base mucho más interesante (la guerra contra las máquinas) el resultado sea tan pobre en comparación. Brian Herbert se demuestra en ellas digno sucesor de su padre y el empeño en escribir libros a destajo pasa factura, resultando insulsos y aburridos. Dudo mucho que lea la continuación de “Cazadores de Dune”. Existen libros mucho mejores que leer, lector, créeme.

No, no puedo considerar a Frank Herbert uno de los grandes del género. Pese a su popularidad y pese a su legión de admiradores, Herbert es un autor menor y que sólo merece un puesto de segundón por haber tenido una idea genial y crear un universo muy interesante. Pero Dune le queda demasiado grande y las posibilidades de ese universo con todos los personajes, criaturas y complejidad que contiene fueron más allá de sus limitadas capacidades como escritor.

Y es que a veces, por alguna extraña razón, las musas también se equivocan y eligen un amante equivocado al que inspirar.

Y sí, ahora sí es el momento de que el lector decida si comparte mi opinión o no.

domingo, 15 de febrero de 2009

Finalista del concurso Ovelles Elèctriques


El domingo pasado apareció la lista de finalistas del concurso Ovelles Elèctriques de relatos de fantasía, ciencia ficción y terror:

A sotavento de Montjuic
El curandero
El profundo espacio exterior
Humedades
Inmundicia, por solharis
Los héroes
Los recolectores
Napoleón y el mago
Robinsones
Rubén debe morir



Sí, ese relato es mío. He tenido que guardarme las ganas de decirlo hasta que ayer aparecieran los ganadores. Suena a tópico pero no esperaba ser finalista entre tantos relatos y me siento bastante satisfecho. En cuanto a los relatos ganadores son realmente buenos y podéis leeros en el blog del concurso:

http://ovelleselectriques.blogspot.com/

El curioso nombre del concurso se debe al famoso libro de Philip K. Dick "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" que dio lugar a la película "Blade runner". Es posible que haya libro con los relatos finalistas y seleccionados por el jurado. Espero poder dar noticias de ello.

En fin, reconozco que esto me ha subido bastante la moral y animado a participar en otros concursos.
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