HORROR DUNE
“Dios creó Dune para poner a prueba a los fieles”, Frank Hebert.
“Dios creó a Frank Herbert para poner a prueba a los lectores”, internauta anónimo.
Tengo algo que decir y no voy a callarme, aún a sabiendas de las posibles reacciones hostiles e incluso de algún potencial enemigo. También espero encontrar alguna opinión a favor. En cualquier caso allá va: Frank Herbert es un mal escritor. Creo escuchar un murmullo pero permítanme los lectores que matice primero (porque no todo es malo, también tiene sus virtudes) y explique después por qué pienso que es un mal escritor. Luego escucharé los comentarios que, críticos o favorables, agradeceré por igual.
Es bien sabido que escribir supone concebir una idea y luego llevarla al papel o editor de textos. Esta distinción suele merecer poca atención no sólo por lo obvio sino también, y sobre todo, porque ambas capacidades van casi siempre parejas y los grandes creadores de ideas son grandes también a la hora de escribir. Pero en los casos excepcionales en que se rompe de forma evidente tal equilibrio la distinción adquiere máxima importancia. Así ocurre, por ejemplo, con el escritor norteamericano Frank Herbert.
No está en mi ánimo poner en duda el mérito, y la genialidad incluso, de ese universo llamado Dune, que consigue ser original y al mismo tiempo un reflejo de nuestra propia realidad. Y es que no pudo ser más fructífera la estancia del periodista en Pakistán, donde se inspiró para crear su propio universo según la complejidad de Oriente Próximo, pues a nadie se le escapa que el petróleo de esta región significa poco menos para nuestro mundo que la especia en el universo de Herbert. Así pues, Dune es un reflejo de algunos de los problemas más relevantes de nuestro tiempo como la escasez de los recursos naturales, los movimientos religiosos o la pomposamente llamada estrategia geopolítica. Todo ello en un mundo de paisajes sugerentes donde habita una de las especies más formidables del bestiario de la ciencia ficción.
La creación de este universo merece toda mi admiración pero no puedo decir lo mismo de la capacidad de Herbert como escritor, que nunca habría pasado de ser un autor de segunda o tercera fila sin Dune, y no puedo dejar de preguntarme, con bastante frustración, cuánto hubiera podido dar de sí ese universo en manos de un escritor mucho más competente.
Imagine el lector qué hubiera ocurrido si Tolkien nunca hubiera llegado a escribir El señor de los anillos y nunca hubiera dado forma a los numerosos apuntes y borradores que precedieron a la escritura de la novela capital del género. Imagine el lector si ese copioso legajo de papeles hubiera acabado en manos de un escritor mediocre y éste hubiera asumido el papel del maestro. Sí, es probable que ESDLA hubiera sido una novela a tener en cuenta pese a todo (muy incompetente tendría que haber sido para arruinar la idea), pero no sería lo mismo, como tampoco la Edad Hiboria de Howard ha sido escrita con tanta brillantez por otros escritores.
La primera de las grandes carencias de Herbert es, sin duda, su carencia de ritmo narrativo. Sus novelas son siempre lentas y la acción es administrada con cuenta gotas. No espere el lector grandes descripciones bélicas ni escenas trepidantes en general. Las novelas de Herbert parecen más bien obras de teatro noveladas en las que a menudo transcurren cien o doscientas páginas sin que ocurra nada relevante para que el autor recuerde que no puede prolongar la novela indefinidamente y se desencadenen los acontecimientos con precipitación para darle fin. Uno de los peores errores que puede cometer un escritor.
La falta de dinamismo es la primera dificultad a la hora de leer a Herbert pero tampoco se da mucha más maña a la hora de dar vida a sus personajes, a los que pretende dar un carácter arquetípico como los de los dramas de Shakespeare. Así pues, podemos reconocer en Paul al líder virtuoso, en Idaho al amigo y servidor fiel, en el barón Harkonen la crueldad, etcétera. El resultado son personajes artificiosos y carentes de naturalidad y, consecuencia inevitable, algunos de los diálogos más espantosos que haya dado la literatura. Herbert pretende convertir a sus protagonistas en personajes de tragedia griega poniéndoles en la boca frases que pretenden sonar profundas y que resuenan vacías y aburridas, por no hablar de lo cansino que es leer continuas descripciones sobre el tono de voz y la expresión facial que utilizan los personajes para decir cada frase.
Para no prolongar este examen de las carencias de Herbert, diré una sola palabra que las resume todas ellas: aburrimiento. No podría ser de otra forma cuando sus novelas siguen siempre el mismo esquema. En las novelas de Herbert los personajes no hacen cosas sino que hablan sobre cosas que pasan.
Todas estas carencias están presentes ya en el libro original que comenzó la serie pero se agravan a medida que avanzamos en la saga. “Dune” es rescatable e incluso digno de un notable si somos generosos, pero los libros siguientes degeneran de forma escandalosa. No soy amigo de cuantificar la literatura porque el arte es cualitativo y debe ser descrito y expresado antes que numerado, pero aun así, si tuviera que valorar y representar en una gráfica esta saga, no tendría más que dibujar una línea recta descendente que iría desde lo que en mis tiempos de estudiante llamaba un notable “raspado” hasta el deficiente. Los últimos libros de la saga trascienden lo aburrido para alcanzar lo insufrible, un esfuerzo bochornoso de resultado lamentable de Herbert por hacer una saga a cualquier costa. Pocos escritores han resistido la tentación de continuar una idea que sabían que no podía dar más de sí y continuar de forma digna, muy pocos han sacrificado la oportunidad de vender más libros para mantener su calidad literaria. Frank Herbert no está entre esos pocos, que incluso dejó que su novela original sirviera para crear una de las películas más espantosas (visualmente hablando) de la historia del cine y que emborrona el universo de Dune al evocar en el lector tan horrorosas imágenes... Sí, ese espantoso fotograma de Sting con calzoncillos futuristas que ilustra mi artículo tiene su origen en el delirio cinematográfico de David Lynch.
No puedo dejar de hacer algún comentario en cuanto a las nuevas secuelas de Dune aunque me cueste más comentarios negativos. Porque la trilogía de las casas no es tan mala como pueda esperarse según las novelas precedentes. Es posible que Brian Herbert haya cometido muchos errores al recrear el universo de su padre –no soy un experto en Dune para opinar sobre ello- pero es entretenida, algo que Frank Herbert nunca consiguió. La utilización de múltiples líneas narrativas resulta acertada y muy grata para el lector.
Repito que esta opinión se refiere a la trilogía de las casas. En cuanto a las nuevas dos trilogías es curioso que partiendo de una base mucho más interesante (la guerra contra las máquinas) el resultado sea tan pobre en comparación. Brian Herbert se demuestra en ellas digno sucesor de su padre y el empeño en escribir libros a destajo pasa factura, resultando insulsos y aburridos. Dudo mucho que lea la continuación de “Cazadores de Dune”. Existen libros mucho mejores que leer, lector, créeme.
No, no puedo considerar a Frank Herbert uno de los grandes del género. Pese a su popularidad y pese a su legión de admiradores, Herbert es un autor menor y que sólo merece un puesto de segundón por haber tenido una idea genial y crear un universo muy interesante. Pero Dune le queda demasiado grande y las posibilidades de ese universo con todos los personajes, criaturas y complejidad que contiene fueron más allá de sus limitadas capacidades como escritor.
Y es que a veces, por alguna extraña razón, las musas también se equivocan y eligen un amante equivocado al que inspirar.
Y sí, ahora sí es el momento de que el lector decida si comparte mi opinión o no.
12 comentarios:
Realmente me sorprende esta opinión en lo que concierne al libro original. Sólo me he leído éste, por lo que no podré hablar de las secuelas. Aunque no me será difícil imaginar que decaigan.
Sin embargo, a mí Dune sí que me impresionó lo suficiente como para colocarla en la lista de novelas imprescindibles de la Ciencia Ficción. Los motivos son, por una parte, lo que señalas de la complejidad del Universo y las alegorías que se desprenden; pero, por otro lado, me ha fascinado el tono con el que lleva la novela. Tienes razón en cuanto a los personajes de tragedia griega, pero a mi modo de ver es precisamente eso y la connotación religiosa que le da a todo el libro lo que hace de él una obra excepcional. No se limita a contar batallitas en un escenario imaginario, afianzándose en la riqueza contextual. Crea la sensación de estar leyendo sobre un mesías, aunque los personajes resulten algo esteriotipados. No olvidemos que la mayor parte de los estereotipos se derivan de los clásicos, de las tragedias a las que aludes o de los llamados textos sagrados.
No hablo, como ya he dicho ni de la saga ni del autor, porque no he leído más. Dune me sorprendió, y en ningún momento me resultó aburrida. Pero no puedo juzgar la escritura de Herbert sin haber leído nada más. Eso sí, por alguna razón me he sentido reacio a leerme cualquiera de sus secuelas...
No te pierdes nada interesante con las continuaciones. Es más, quieras que no, sólo sirven para estropear el recuerdo del original, al que valoraría con un notable.
Supongo que soy un devorador de libros y a veces caigo en el pecado de leer libros fáciles pero poco sustanciosos como las continuaciones innecesarias de esta saga.
Gracias por comentar, es un placer encontrar a otro buen lector del género.
Vaya, ya creía que no iba a encontrar a nadie que pensase así de Dune. La mayoría de la gente me hablaba maravillas y la catalogaba como obra imprescindible del género, por eso fue de las primeras que me leí, pero opino más o menos lo que tú: Una gran idea a la que el autor no supo sacarle todo el jugo.
Tan solo he leido los dos primeros libros, el primero me pareció bastante pasable, y quise darle una oportunidad a la saga por si mejoraba, pero al ver que eso no ocurría lo dejé estar. Por lo que veo hice bien. Desde luego, en otras manos esta novela hubiese ganado mucho más, al menos para mí.
Me resulta extraño esta opinión, la verdad. No comparto tu crítica hacia el ritmo narrativo, Herbert no quería una novela de acción ni una novela rápida, sus novelas son contemplativas, más reflexibas y profundas que la mayoría de las novelas que se pueden leer.
También has criticado el que los personajes parezcan sacados de una tragedia griega, pero es algo a drede. Atreides proviene de Atreo, la casa de Agamenón (como pone bien claro en la saga, no se si en el tercer o cuarto libro).
Admito que a ratos Herbert sea pesado, pero solo en ocasiones (el único libre que se me atragantó fue Herejes de Dune, algo más vacío que el resto de libros). Sus libros contienen una gran filosofía, un modo diferente de ver el mundo. Esto se puede ver muy claramente en Dios Emperador de Dune, con los pensamientos de Leto, y en Casa Capitular, con unas ideas políticas que chocan con las que solemos tener nosotros.
De las continuaciones de su hijo no puedo opinar nada, pero lo que me han dicho es que no tienen punto de comparación, son novelas ligeras carentes de profundidad y, cuando intentaban ser profundas metían la pata. Acabo de comprarme Cazadores de Dune, me gustaría continuar la saga y ver como termina, pero sigo desconfiando del hijo.
A Leralion le recomiendo que continúe leyendo la saga, no tiene desperdicio. A mí me gustó particularmente Dios Emperador de Dune, por el tono profundo y contemplativo que tiene y por Leto, que me encanta como personaje. Sigue leyendo, no creo que te arrepientas.
Saludos, Roldán. La verdad es que "Cazadores de Dune" es realmente malo pero está claro que tenemos criterios muy distintos.
En cuanto a la saga de Dune me parece que realmente decae a pasos agigantados y que la primera, siendo buena, está sobrevalorada.
Dune, El Mesías de Dune, Hijos de Dune y Dios Emperador de Dune me han parecido novelas muy interesantes, reflejo no ya de la sociedad moderna, sino de temas clásicos en la historia de la Humanidad: si bien en algunos momentos son lecturas densas, creo que este leve defecto no mata la interesante reflexión sobre el mesianismo, la religión, la ambición política, el amor, la lealtad, el oportunismo y la codicia. Frank Herbert logra en los cuatro primeros libros que los lectores reflexionen sobre cómo se mueve la Humanidad transplantándola a un futuro lejano y un planeta que no es la Tierra: Herbert logra que la Humanidad siga siendo Humanidad, que los personajes sigan siendo personas movidas por las pasiones y motivaciones básicas de los seres humanos.
Herejes de Dune y Casa Capitular Dune me dejaron mal sabor de boca ya que su lectura se me hizo aburrida de lo farragosa que resultó en ocasiones: una conclusión deficiente a los cuatro primeros libros de esta saga.
Pero aun así creo que la saga de Dune crea un universo maravilloso que refleja de forma atemporal a la especie humana en sí misma.
A
Llegué a esta página de casualidad, buscando una crítica de “Cazadores de Dune” puesto que, como otros, desconfío de la capacidad del hijo de Frank Herbert. Sin embargo, me sorprende encontrarme con esta sarta de sandeces a modo de artículo que no puedo dejar sin respuesta.
Para empezar, creo que hay que recordarle al autor que la novela que critica ganó los premios Hugo y Nébula, los máximos galardones de la ciencia ficción. ¿Cree acaso que le conceden estos premios a cualquier porquería? Pero no se trata sólo de la crítica, que en ocasiones tiene un punto de vista divorciado del gusto popular, no: Dune fue también un éxito de ventas, considerada como la novela de ciencia ficción más vendida hasta el día de hoy. Entonces, resulta que también al “lector común”, el ciudadano de a pie, le gusta. La conclusión lógica es que la falla está en el autor de este artículo, incapaz de procesar una lectura como la de esta obra maestra.
Pero no me voy a limitar a la cómoda posición de que Dune es excelente porque “a la crítica y a las masas les gusta”. No, analicemos un poco de la novela. En el artículo se alaba El Señor de los Anillos como obra maestra de la Literatura, cuyo autor hubiese hecho maravillas con la idea de Dune. Pues parece que el autor de este artículo no ha leído UNA SOLA novela de Tolkien, ya que de lo contrario sabría que son excesivamente densas, prolijas en la descripción de lo banal hasta el punto del hartazgo, y con los personajes más estereotipados que uno pueda imaginar. Tolkien nos describe los usos y costumbres de los hobbits más intrascendentes, así como cada una de las 5 comidas diarias de Frodo y compañía desde su salida de la Comarca hasta Rivendel; nos tortura con la fútil descripción de innumerables paisajes e incluso nos informa de los distintas nombres con que cada raza de la Tierra Media llama a cada accidente geográfico; y por si fuera poco, nos hace padecer unos personajes que hablan como actores disforzados. La saga de El Señor de los Anillos es de lo más aburrido que hay… por lo que sorprende que Peter Jackson haya logrado esas obras maestras del cine partiendo de un material tan pobre. Aquello que el autor atribuye a Herbert, el “crear un magnífico universo pero no tener ni idea de cómo escribir” es precisamente el defecto de quien coloca de modelo.
Hablando ahora de Dune en sí, la obra está muy bien estructurada, desde su división por capítulos de escasas páginas que asemejan una escena de teatro. El primer capítulo de la novela nos presenta al protagonista, Paul Atreides, junto a su madre (tal vez el personaje más importante después del propio Paul) y la Reverenda Madre Gaius Helen Mohiam, quien representa a la hermandad Bene Gesserit. Esta presentación no es sólo una mera aparición de los personajes, sino que sirve para describirnos la psicología de los mismos, su entorno y sus motivaciones. Del mismo modo, los capítulos siguientes nos presentan a los otros personajes que jugarán un papel importante en la historia: Gurney Halleck, Duncan Idaho, Thufir Hawat, el Duque Leto, los Harkonnen, etc. Además de presentación, estos capítulos sirven de pretexto para explicarnos el universo de Dune: con Hawat entendemos la importancia de los mentats y las “máquinas humanas”; con Idaho y Gurney, la importancia de los guerreros y la lucha cuerpo a cuerpo en un futuro donde el desarrollo de los lásers y los escudos personales han llevado a un punto muerto; con el Duque Leto, el sistema feudal de gobierno y las maquinaciones entre las Grandes Casas, etc. Particularmente, destaca la exposición de Arrakis que hace el doctor Yueh a Paul, que sirve para explicarnos a nosotros las peculiaridades de este mundo. Así pues, resulta falso que Herbert no tenga “consideración alguna por el lector”, o que lo “sumerja en un torbellino de nombres, lugares y objetos desconocidos”. Lo que es más, por si alguien se pierde, existe al final del libro un glosario de términos, de personajes, un ensayo sobre la religión, otro sobre la Bene Gesserit y hasta un mapa.
En cuanto al desarrollo de la novela, el autor critica las sesudas reflexiones de Herbert, pero ¡ésa es precisamente la sustancia de este libro! ¿Qué sería de Dune sin los monólogos de Paul, los pensamientos de Dama Jessica, los lamentos del doctor Yueh, los extractos de las obras ficticias de la Princesa Irulan? Son precisamente estos monólogos los que nos permiten conocer a los personajes, los que hacen tan rica la novela. Salvando las diferencias, viene a mi mente el Crimen y Castigo de Dostoievski, una de las obras más aclamadas de la Literatura Universal. La obra de Dostoievski, que resulta mucho más pesada que la de Herbert, no deja de ser magistral por su densidad.
Dejando de lado la creación del “universo nuevo verosímil”, único mérito que el autor le reconoce a esta obra, Dune posee muchas otras virtudes: se trata de una novela que aborda el tema ecológico, tan trascendental en nuestros tiempos, así como el efecto que provoca en una sociedad la escasez de un recurso determinado; trata a fondo el tema de la política y lo que supone (intereses económicos, alianzas, traicones, etc.); es una novela psicológica que nos introduce hasta lo más profundo de la mente de sus personajes; es también una novela descriptiva, que detalla un planeta (y un universo) totalmente nuevos, pero sin ser cansina como El Señor de los Anillos; es una historia épica, porque a pesar de todo, ocurren importantes hechos (el traslado de los Atreides a Arrakis, la muerte del Duque Leto, asilo de Paul entre los Fremen, etc.); y, por último, no exenta de romance para quien guste de ello (no pasa inadvertida la relación entre Dama Jessica y el Duque Leto, así como el idilio de Paul y Chani). Seamos francos: ¿dónde, además de Dune, hemos visto una novela que aborde tantos niveles?
Sin embargo, pese a todo ello, no me dejo engañar por la calidad de sus secuelas: aunque Dune sea una obra magistral, es evidente que fue concebida como un único libro y sus secuelas responden a un interés pecuniario. Así, Mesías de Dune, Hijos de Dune y Dios, Emperador de Dune son simplemente buenas, sin llegar al nivel de la primera. Las dos últimas de la saga, Herejes de Dune y Dune, Casa Capitular, son solamente pasables y admito que aburren por momentos, pues Herbert se excede con el recurso de los monólogos que fue tan bien medido en el primer libro. No obstante, nada de esto desmerece el Dune original.
Quiero terminar con una observación que vino a mi mente mientras leía el artículo: la demanda del autor por “más acción”, que “ocurran más acontecimientos” y su crítica a Herbert por dejar pasar cientos de páginas sin que “ocurra nada relevante” me hicieron recordar las típicas quejas del gusto popular hacia las películas realmente buenas, aquellas que reciben nominaciones al Oscar y el Globo de Oro. Al espectador adepto a los taquillazos de Hollywood, al cine de patadas de Steven Seagal y Jean-Claude Van Damme, le suelen molestar y aburrir películas “lentas” como “La Lista de Schindler” o “El Paciente Inglés”. Porque claro, en esas películas la gente habla mucho y faltan explosiones y puñetazos, ¿no?
Pues yo voy a romper una lanza por el blogero. Aquí todos escribís muy bien, pero sólo de lo que os interesa. El autor de este blog no está satanizando la primera obra de Herbert, si no la saga en su conjunto.
Os habéis relamido describiendo la bondades de la obra original, pero no habéis tenido la decencia de darle la razón en algo que es obvio, y eso es que el resto de sus obras a partir de "Dios emperador" tienden a lo soporífero. Mientras que los pasajes metafísico-alucinógenos de la primera entrega era sencillamente magnánimos, se quedan en hojas y hojas de aburridas palabras sin acontecimientos de interés en las siguientes obras.
A mi me gusta tanto el cine de acción como las novelas profundas que se recrean, siempre y cuando tengan contenido en esencia, lo cual no es el caso de "Herejes de Dune" novela por la que voy actualmente, la cual me está pareciendo absolutamente aburrida, y que sea dicho de paso, el tema del Ghola Idaho ya huele un poquito ¿no?.
Si a un autor se le juzga por su obra y F. Herbert ha escrito una soberbia, dos buenas, una regular, y otra soporífera hasta decir basta en lírica y contenido a la par que confusa en su lectura gramatical, podemos decir con total seguridad que este no es un escritor de los grandes.
En mi opinión es más franca y auténtica la opinión del blogero, que es la que nadie se atreve a confesar, que la de la mayoría de la gente, que no es otra cosa que la que el esnobismo público dictamina en sentencia.
Por si alguien va a seguir apedreando en la misma dirección, recalcaré que Dune es un libro fundamental y soberbio, que sus dos secuelas son bastante fundamentales para terminar de entender la saga y en ocasiones sorprenden, pero que más allá de eso, sólo interesa leer si eres un fanático. Yo lo soy, así que continúo leyendo aunque no le vea sentido porque tengo la esperanza de algún día poder verla en conjunto y sentirme satisfecho de todo lo que he leído.
Un Saludo.
Miguel
En mi opinion Los tres primeros libros de Dune deberían ser leídos como uno solo. Me gustó mucho más el segundo,pero para leer el segundo tuve que engancharme al primero. Es cierto que tiene partes aburridas en las que únicamente hablan, pero es como la vida misma, no siempre tiene que pasar algo, pero esas partes aburridas son significantes, no están ahí para alargar la novela sin más. Y en cuanto a Frank Herbert, lo considero un gran escritor, por lo menos en lo que se refiere a Dune. Pasa tanto tiempo describiendo una acción, que hace que resulte fácil visualizarla mentalmente. No trata solo de escribir una novela, sino de mostrarnos un mundo complejo e interesante. De todas formas esa es mi opinion, y cada cual puede pensar lo que quiera. Pero si has leído más de un libro de Dune, será porque te ha gustado, y simplemente con la idea no se puede atraer a un lector. una idea tiene que ser plasmada de la forma adecuada.
Si no puedes ver lo poliedrico y profundo de Dune, y lo bien que aprendes sin esfuerzo comofunciona ese mundo, no puedes afirmar eso y menos comparado con El Señor de los anillos. Herbert escribe tan bien que no volverás a encontrar otro libro parecido, las secuelas son otro cantar.
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